al quererte mío, sabiendo
que eres prohibido, pero
eso mi mente no lo entiende.
Pagaré mi pecado, con
altura de mira, pero
que sea, entre tus rodillas.
Purgaría allí,
una condena perpetua
sabiendo que puedo obtener
tus gemidos y tus muecas.
Muecas que serán de placer
cuando muerda la fruta prohibida,
y en ese altar lujurioso
me sentiría feliz, toda mi vida.
Pecadora soy, por desearte,
por querer tenerte, por querer
probarte, y de tu piel morena
quedar saciada, mientras
dure el embrujo y este
fuego que arde, desde que
te conocí y te quise como mi amante.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R.
Derechos de autor.
Chile
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