Soy dama de la noche.
Por amor me convertí en
vendedora de besos, permuto
caricias por unos pesos,
y al afán de señores
rindo pleitesía, sin sentir
cariño duermo en muchos brazos.
Fue por hambre que me mude
a otros pastos, con un niño
pequeño aferrado a mi regazo.
La necesidad aveces
tiene cara de hereje,
hice lo que no me gustaba
¡pero en fin! eso se lo dejo
a mis jueces, a aquellos
que me tildan de indecente
cuando me ven salir a la
calle vistiendo como flor
candente, a esos ojos
pre juiciosos que no hacen
más que esquivarme cuando
voy entre la gente.
Soy tildada de pecadora
sin saber que para mí el
pecado más grande fue
no llevar un mendrugo de pan
a mi pequeño cuando
este tenía hambre.
No sé que hubieran hecho ellos
con un niño en brazos, con
frío y vistiendo harapos.
¡Que culpa tenía el pequeño
infante! de las cosas que hise
en mi estado de adolescente.
que sin pedir venir a este
mundo indolente, yo
lo hubiera abandonado
a su propia suerte.
Por amor me convertí en
lo que ellos dicen, sucia,
pecadora, mujer de la vida,
hasta una zorra.
La angustia y el dolor
me llevó a ser lo que hoy soy,
una dama de la noche
que va vendiendo su amor.
Soy prostituta, porque nadie
me ofreció otro trabajo,
soy pecadora porque me
acuesto con hombres sin
ser dueña de sus brazos, amo
a mi hijo y con eso
no tranzo, mi amor por él es
incondicional, y aunque
me traten de inmoral soy madre
ante nada y velo por su bienestar.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R.
derechos de autor.
Chile 2010.
Por amor me convertí en
vendedora de besos, permuto
caricias por unos pesos,
y al afán de señores
rindo pleitesía, sin sentir
cariño duermo en muchos brazos.
Fue por hambre que me mude
a otros pastos, con un niño
pequeño aferrado a mi regazo.
La necesidad aveces
tiene cara de hereje,
hice lo que no me gustaba
¡pero en fin! eso se lo dejo
a mis jueces, a aquellos
que me tildan de indecente
cuando me ven salir a la
calle vistiendo como flor
candente, a esos ojos
pre juiciosos que no hacen
más que esquivarme cuando
voy entre la gente.
Soy tildada de pecadora
sin saber que para mí el
pecado más grande fue
no llevar un mendrugo de pan
a mi pequeño cuando
este tenía hambre.
No sé que hubieran hecho ellos
con un niño en brazos, con
frío y vistiendo harapos.
¡Que culpa tenía el pequeño
infante! de las cosas que hise
en mi estado de adolescente.
que sin pedir venir a este
mundo indolente, yo
lo hubiera abandonado
a su propia suerte.
Por amor me convertí en
lo que ellos dicen, sucia,
pecadora, mujer de la vida,
hasta una zorra.
La angustia y el dolor
me llevó a ser lo que hoy soy,
una dama de la noche
que va vendiendo su amor.
Soy prostituta, porque nadie
me ofreció otro trabajo,
soy pecadora porque me
acuesto con hombres sin
ser dueña de sus brazos, amo
a mi hijo y con eso
no tranzo, mi amor por él es
incondicional, y aunque
me traten de inmoral soy madre
ante nada y velo por su bienestar.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R.
derechos de autor.
Chile 2010.
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