NUNCA DEJES DE HABLARME.
(Reflexión para las parejas)
Mientras haya tiempo te pido que me hables,
mientras el reloj no detenga su manecilla, te ruego,
sigue hablándome. Dime lo que sea, te quiero oír
siempre, quiero que mis oídos guarden tu vos, como
hermosa melodía, y poderla escuchar, si es que me
toca vivir, largas horas frías. Si mi piel se pone fea,
aún así, ¡por favor háblame! si me notas distinta,
háblame, si me ves muy callada, háblame, en todo
momento, hazlo, ¡por favor amor! solo, hazlo.
Dijo la mujer a su marido después de volver del hospital,
después de escuchar la noticia que el médico le dio.
"Solo le quedaban, dos mese de vida"·Se tendría
que separar del hombre con el que había compartido
más de 30 años, al que le entregó su juventud y al
que seguía amando como la primera vez, al padre
de sus dos hijos, los que ya eran unos estudiantes
universitarios y que por sus estudios, vivían fuera
de la ciudad.
El hombre sin saber nada, menos que su esposa
acababa de llegar del hospital, sin saber lo que
le habían dicho; Se reía de su mujer, al escucharla
repetir tantas veces, que no dejara de hablarle.
¡Pero mujer! respondió el hombre, ni que mi vos
fuera tan dulce y melodiosa para que desees
escucharla tanto.
Pasaron los días, y la mujer se sentía cada vez más
y más decaída, pero se esforzaba porque su marido no
se diera cuenta de eso. Comenzó a maquillarse más
a menudo, lo que antes solo hacía al salir de compras
o cuando su marido la invitaba a cenar fuera de casa.
Tan notorio fue para su esposo esto, que comenzó
a ponerse celoso, casi no le hablaba, y cuando lo
hacía, solo era para reprocharle el derroche de maquillaje
en su rostro, y de manera hiriente le decía...
" Para que te arreglas tanto, si ya las arrugas
no se te van a borrar, ni tampoco te verás más hermosa,
la belleza está muy lejos de ti, se quedó en el pasado
hacen más de 20 años" Se reía y se burlaba de ella,
sin saber que la mujer que estaba frente a él, todo
lo estaba haciendo para no echarle una carga
anticipada sobre sus hombros, si descubría que a ella
le restaba un corto tiempo a su lado.
Fueron noches de dolor para la mujer, tanto física, como
psicológicas.
La voz que tanto deseaba escuchar, casi no la oía,
menos las caricias necesarias para aplacar el dolor
y prepararse para un adiós. Quien pudo o debía ser
un apoyo para ella en esos momentos, solo redobló
su dolor, negándole lo que ella mas necesitaba,
que fue, escuchar su vos hasta sus últimos días
Se cumplieron dos meses y cuatro días, de aquella
visita al doctor. La mujer ya no pudo soportó más
su enfermedad, y sola en una cocina, donde
preparaba, la cena para su esposo, sin saber
que este sería el último plato de comida que prepararía
para él; Se desvaneció quedando inconsciente.
Días antes había escrito una carta para su marido,
ya que poco y nada se hablaban, y como él salía
muy temprano de la casa a su trabajo, y regresaba
ya tarde cuando ella estaba acostada, no le quedaba
otra opción de hacerle saber todo lo que pasaba
por su cuerpo y su mente, y los deseos de su corazón,
de poder haber escuchado hasta sus últimos momentos
la voz de su gran amor.
La Carta....
Mi amor...Querido y amado esposo, siento que las cosas
no se hayan dado como las soñé y las imaginé, solo
quiero que sepas, que siempre fuiste, eres, y serás
el más grande amor de mi vida. Cuando era joven,
me enamoré de esa belleza que tenías con tus 20 años,
de tu voz, de tus manos, y de la manera como me trataste,
y así seguí queriéndote y amándote no importando los
cambios físicos que tuvieras, con arrugas o sin ellas,
siempre te seguiría amando como al comienzo, porque
eres mi amor, y el padre de mis hijos.
Hace casi dos meses fui al doctor porque me sentía mal,
me dijo que solo me quedaban dos meses de vida...
¿Recuerdas cuando te pedí que nunca dejaras de hablarme?
¿Que sucediera lo que sucediera, nunca dejaras de hacerlo?
Amor, quizás no te gustó el cambio que viste en mi hace
algún tiempo, pero la respuesta es debido a lo mismo,
nunca quise que te molestarás, simplemente, mis ojeras
y mi palidez harían que te preocuparas y eso es lo que
yo menos quería.
Lo siento mi amor, pero ya casi no me queda tiempo,
me debo marchar aunque no lo quiera, y te tendré que dejar
con el dolor de mi corazón, y sin haber escuchado hasta
el último momento, las vos más hermosa que jamás oí...
la tuya, mi vida, diciéndome que me querías.
Me despido con estas letras que te dejarán saber, lo
mucho que siempre te he amado, y espero que nos
volvamos a reunir algún día en un lugar mejor...
Tu esposa que que hasta el fin de sus días te amará.
Cuando regresó el marido a casa, encontró un hogar
oscuro y un olor insoportable a gas, se dirigió a la
cocina, pues ahí solo había luz. Encontró a su mujer
tirada en el suelo, una comida ahumada, y la llama de
la cocina apagada porque la comida se había subido
de tanto hervir. Corrió donde estaba su mujer, se aferró
a ella, llorando porque no le respondía ni por más
que le hablaba. Ya era demasiado tarde para regalarle
su vos, ella no podía oírle porque se había marchado
para siempre.
De la cartera del vestido que ella llevaba puesto
se cayo una carta, él la tomó, y como decía su nombre,
la abrió y leyó lo que decía.
Muy tarde comprendió el pedido que su mujer le hizo
tiempo atrás, ya nada podía hacer ni remediar, tampoco
podía cumplir su último deseo...
Se dio cuenta de que desperdició un tiempo valiosísimo,
por pensar estupideces y no conocer bien a la mujer que
por más de 30 años estuvo con él , y la que como nadie,
lo supo amar.
.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R.
Derechos de autor.
Chile.
14/06/2009
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