María, Luis y Lidia.
3-parte.
Las horas pasaron volando. Las chicas complacidas con lo vivido
y Luis conforme casi en su totalidad de haber respondido como
hombre, reposaba recostado entre los dos cuerpos juveniles de
las muchachas. Algo en el fondo incomodaba a Luis, era el haber
tenido que hacer algo que en verdad no deseaba hacer, tener que
compartir su mundo con Lidia, una chica aunque hermosa pero
la cual a él no le atraía, y solo por complacer los caprichos de
su amada María.
Transcurrieron los días y María recordaba cada minúsculo detalle
de los instantes que había pasado con Luis, sentía como el cuerpo
le hormigueaba comenzaba a transpirar aunque no hiciera calor:
A Luis por su parte le pasaba lo mismo, cada vez que llegaba a
su hogar se recostaba en la cama inhalaba muy hondo y comenzaba
a hacer remembranzas de las dos oportunidades en que disfrutó
de su patrona, ansiaba que se produjera un nuevo encuentro pero
esta vez sin Lidia.
-Buenos días Luis- saludaba el padre de María a su chofer
-Buenos días señor, usted me dice donde debo llevarlo- respondió
Luis.
-A casa de unos amigos, allí nos reuniremos hoy para conversar
sobre algunos asuntos de finanzas. Espera Luis María va
con nosotros, creo que este día te resultará bastante largo
ya que deberás acompañar a mi hija donde una amiga y después
traerla a casa, de mí no re preocupes, tomo un taxi y ya está-
dijo el patrón.
Un día acompañado de su amada María pensó Luis. dejó a su
patrón donde él le indicó y se fue con María esperando que
esta le indicara donde llevarla.
-Tú dices donde- dijo la joven
Sorprendido una vez más con la sorpresa que le tenía María,
Luis respondió.
-El patrón me dijo que la llevara a casa de una amiga y que
allí la esperara.
-¿Tú crees eso? ¿En verdad lo crees?- dijo la joven.
Sorpresa, una vez más María sorprendiendo al enamorado Luis.
Esta vez el panorama fue mas distinto, ambos acordaron
ir a la playa, allí pasarían el día juntos, frente a las costas
de una hermosa ciudad, Arica, cálida por el día y muy fría
por las noches, pero con un romanticismo gigante, ideal
para una pareja de enamorados.
Ya en la playa María que iba muy bien preparada, se sacó
una polera que llevaba puesta y unos jeans y se metió
en el agua, aún era bastante temprano y solo se veía gente
paseando por la costanera, unos paseando a sus mascotas,
otros trotando. María invitó a Luis a meterse con ella
en el agua, un poco dudoso Luis al final terminó aceptando
la invitación de la chica. Eran solo los dos bañándose en
el mar a una hora muy temprana, con sus cuerpos entumecidos
por lo frío del agua decidieron salir y se arroparon solamente
con una toalla que María llevaba, ahí muy juntos sintiendo
sus pieles casi desnudas unidas, Luis le daba por primera vez
un beso "él" a ella, fue un beso tan profundo y sincero que
María lo notó distinto desde el comienzo, un beso dado con
pasión y entrega total, un beso de amor que traspasó el alma
de la joven María, perdiendo todo pudor y cobardía, allí
entre el roque río apartados de miradas que pudiesen verlos,
nuevamente Luis hacía suya a una María entregada totalmente
a las caricias de su chofer que la acariciaba de los pies
a la cabeza, quién recorría palmo a palmo cada rincón
de su piel y la hacía sentir la mujer más feliz del mundo.
Bajo un celeste cielo y unas olas que acomparsaban
lo que allí estaba sucediendo, dos corazones se unían
y se entregaban el amor y todo lo que habían imaginado
entregarse, cada una de esas noches en que ambos soñaban
con un nuevo encuentro.
Lidia por su parte, después de notar que Luis cuando
estuvo con ella, demostró que solo lo hacía por complacer
a María, se dedicó a mirar al chofer de su familia, y ya
llevaban varios días saliendo juntos a escondidas de
sus padres.
Fin.
Mónica
Ruth Mónica Muñoz R
Derechos de autor
Chile.
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