Un triste adiós para una triste vida.
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¡Como duele recordar!
Volver un tiempo atrás
sentir energía y ganas de vivir,
ver que la sonrisa se quedó allí,
atrapada en bellos momentos que compartí.
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¡Como avanzó el tiempo!
Como la marca de los años
se tatuó en mi piel,
y pujó y pujó
por llegar a mi alma,
llevando en sus manos
las decadentes ganas de seguir.
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¡Como puedo fingir!
Decir que siempre he sido feliz
que el llanto no ha golpeado
una y otra vez mi puerta,
y aunque no lo quiera
lo he tenido que recibir.
He tenido que convivir con él,
mirando en el día a día
como con su puño forjado me golpea,
como, con su ceño fruncido me mira
y hace bullyng de mí.
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Cuantas veces
encerrada en mi cuarto
llorando a mares un desencanto
le he preguntado a quién me estuviera escuchando,
por qué son tantos los quebrantos
y tan mínimos los encantos.
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¡Como duele pensar!
Ponerse a cada instante a meditar
comprender que los pasos que dí
los caminé muy mal,
y más y más me herí
con cada paso que dí y
con las pruebas que tuve que sortear.
Y hoy, de a poco muero
sumergida en una falsa realidad,
convertida
en una verdadera estratega,
en lo que es el aparentar.
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¿Por qué, todo resultó tan mal?
¿Por qué, del arco iris solo pude divisar,
las franjas grises y difusas,
¡habiendo tantas más!?
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¡Quisiera ser, eso que nunca fui!
Eso que siempre soñé,
no un ente que recorre las calles
aislada de lo bello;
que nunca fue para mí.
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Vine a este mundo con las manos vacías
y así me tendré que ir:
Con un nudo en el pecho y
un néctar amargo impregnado en los labios,
que no me permitió sonreír.
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Mónica
Ruth Mónica Muñoz R
Derechos de autor
Chile.
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